Ser víctima de abuso o acoso sexual puede cambiar la vida de una persona. Si alguien que sufrió una agresión sexual se acerca a ti, o si te enteras del caso de una agresión sexual contra una persona, te aconsejamos que pongas en práctica los siguientes tips sobre qué comportamientos debes evitar en estas situaciones.
1. Indagar por detalles
Algunas veces, y de manera inconsciente, se indaga a la persona por detalles, como una muestra de interés frente al testimonio que está dando. Sin embargo, al profundizar en los detalles de la agresión, la víctima está teniendo que revivir una experiencia que para ella fue dolorosa y atemorizante. Para ser aquella persona de confianza que la víctima necesita que seas en ese momento difícil, no necesitas saber hasta el último detalle. Esto re-victimiza a la persona si no se realiza con las herramientas y el proceso terapéutico validado para tal fin.
2. Minimizar la experiencia
“Ah pero por lo menos no te violó (penetró)”, “bueno, pero piensa que pudo ser peor”, “igual me parece cero grave”.
Empecemos por un básico: el hecho de que existan escenarios “peores”, no hace que lo que le pasó a la persona sea “menos grave”. Muchas veces, para tratar de darle calma a una persona, se cae en el error de minimizar la experiencia traumática que tuvo. Sin embargo, el minimizarlo sólo puede llevar a abrir más el abismo por el que la víctima está pasando.
Por eso, es importante estar consciente de que un acto de abuso o acoso sexual, independientemente de su contexto, lugar, y circunstancias, es una experiencia devastadora, y debe ser acompañado con su debida seriedad y magnitud.
No existe un manual sobre qué actos deben ser considerados por la sociedad como “graves” o “no tan graves”, ni un medidor sobre cómo debe reaccionar la víctima frente a la infinitud de agresiones sexuales que existen.
3. Cuestionar
“¿Estás segura que fue así?”, “¿No será que estás exagerando?”.
Si eres la persona en la que una víctima confía para contar su testimonio de agresión sexual, lo primero que debes tener en cuenta es esto: la responsabilidad siempre será del agresor, y quien tiene el valor de confiarte una experiencia de abuso es porque verdaderamente la vivió.
Confundir a la víctima y hacerla dudar de su percepción no va a hacer que desaparezca el acto de abuso o acoso, y se puede convertir en una forma de abuso emocional.
¿Te imaginas lo desgarrador que puede ser el hecho de que una persona de tu círculo de confianza, ante la que abriste tu intimidad para contarle de esa experiencia traumática, dude de tu propio juicio e intente distorsionar el abuso o acoso sexual que sufriste?
Cuestionar a la víctima sobre sus sentimientos y acciones antes, durante, o después de la agresión, ahonda en el dolor y trauma que ya puede estar sintiendo. ¡Pilas!
4. Juzgar
“Qué exagerada, ya ha pasado mucho tiempo”, “¿Por qué no te defendiste?”
Lastimosamente, como sociedad, estamos acostumbrados a poner la responsabilidad de una agresión sexual en cabeza de la víctima y, en la mayoría de casos, a buscar justificaciones al comportamiento del agresor, cuando no debería ser así.
El hecho de que tú consideres que hubieses actuado distinto, o que la agresión no merezca tanta “importancia”, o que ya se debió haber “superado”, no implica que así deban considerarlo los demás, ni que tu verdad sea la única.
Juzgar a una víctima puede silenciarla más, y puede potencializar el miedo y la culpa que puede estar sufriendo a raíz de la agresión.
Si la víctima acudió a ti, es para que la acompañes en respeto, no para que la juzgues.
5. Empezar a guiar a la persona, sin antes preguntar qué le gustaría hacer
Aún cuando puedes pensar que, si una víctima te busca, es para recibir guianza sobre qué hacer, esto no significa que debas ignorar lo que a ella le gustaría hacer al respecto.
Muchas veces, aunque con buena intención, se comete el error de dar un consejo no solicitado, o de presionar a la víctima a tomar una acción - por ejemplo, a que denuncie.
Una agresión sexual es un acontecimiento traumático que tiene efectos a corto y largo plazo, por lo cual, el camino de recuperación puede ser largo y estar lleno de varios momentos de sanación y diferentes decisiones por parte de la víctima.
Lo que sí puedes hacer en el momento es oír a la persona, es preguntarle cómo le gustaría proceder, y, dependiendo de lo que quiera, aconsejarle buscar ayuda de un/a profesional en psicología, ayudar a velar por su seguridad y, en caso de que así lo desee, examinar las opciones médicas, legales y policiales que puede tener.
6. Dar consejos frente a lo que “debería” hacer la víctima con su proceso emocional:
“Ve y habla con la persona”, “Trata de enterrar el tema para que no te afecte después”, “Trata de perdonarlo/a para poder avanzar”.
Este tipo de consejos fragilizan e invalidan a la persona. Cuando tú le sugieres a la víctima cómo debe ser su proceso emocional para sanar, le quitas su poder de agencia, acción y decisión.
Recuerda: no existe un paso a paso sobre cómo debe ser un proceso emocional “correcto”, ni una meta que diga que éste debe ser “rápido”, o “el que menos te afecte”; lo importante es llegar a sanar, sin importar cómo sea el sendero.
Asegúrate de dejarle muy claro que tu apoyo existe independientemente de cómo decida actuar, y que, al final, es única la decisión de esa persona.
Un proceso emocional después de una agresión sexual - y de hecho, cualquier proceso emocional - rara vez sucede en línea recta, así que lo mejor que puedes hacer es acompañar a la persona incondicionalmente durante el proceso, sin imponerle ningún “debería”.
7. Contar la experiencia de otra persona (o la propia) y comparar
Aunque muchas veces se hace con la intención de dar luces sobre cómo actuó una persona en una situación similar, para que así la víctima tenga ideas sobre cómo actuar, el comparar la experiencia de violencia sexual con la de alguien más puede llegar a invalidar los sentimientos o actuaciones de la persona, e insinuar que existe una forma correcta en la que debería actuar y pensar.
Hay que recordar que cada persona es un universo en sí misma, y que cada situación de acoso y abuso sexual es completamente diferente de la otra.
No hay formas correctas o incorrectas cuando se trata de qué debe pensar y cómo debe actuar una víctima.
Lo único correcto es que tú, como confidente, respetes la experiencia que la persona te está contando, sin compararla con la de alguien más.
8. Usar un lenguaje verbal o no verbal que denote intranquilidad
“Wow, como así”, “Malditooo”, “No puede serrr”, “ay nooo”, etc.
Si bien mostrarle a la otra persona que algo es sorpresivo e inaudito, es importante para validar su experiencia y empatizar con lo doloroso que puede estar siendo para ella, es fundamental hacerlo desde la tranquilidad, solemnidad y seriedad que se merece.
En ocasiones, este tipo de lenguaje puede reforzar la intranquilidad y sensación de crisis, generando un efecto contrario al que se quiere: ser un contexto seguro para la víctima.
Ahora, si sientes que no tienes los recursos para ser su persona confidente, no hay nada de malo: házselo saber y aconséjale buscar apoyo psicológico y/o hablarlo con otra persona de su confianza.
Para eso existen profesionales que pueden apoyar a la víctima de manera integral.
9. Dejar el tema ahí y no volverlo a tocar
Si una persona se abre a contarte esto, muy probablemente es porque sabe que puede recibir apoyo en algo que está siendo muy difícil de cargar sola.
El camino de la sanación, después de haber sufrido abuso o acoso sexual, es difícil y, en la mayoría de casos, la víctima empieza a sentir culpa y humillación frente a lo sucedido.
Muchas veces se cree, erróneamente, que el suprimirlo, o guardarlo, o bloquearlo, va a hacer que esa experiencia se vaya al olvido. Sin embargo, ese olvido es sólo una ilusión: realmente va a estar habitando dentro de la víctima hasta que no lo sane.
Por eso, es importante hacer seguimiento constante y mostrar disponibilidad cada vez que la persona quiera acercarse a ti.
10. Contarle a otra persona, sin el consentimiento de quien te contó
Este principio es esencial cuando se trata de los asuntos personales de alguien más: mantén la confidencialidad de lo que te cuentan.
El hecho de que alguien te haya buscado para compartirte una experiencia dolorosa, te otorga la responsabilidad de respetar su ser y su intimidad.
Además, el acoso y el abuso sexual son actos que, por lo general, sitúan a la víctima en un proceso de emociones dolorosas y traumáticas que, en caso de que sean sabidas por otras personas, pueden reforzarlas.
Por eso, sé la persona confiable que trata el asunto con la seriedad y solemnidad que se merece, y respeta la intimidad de la persona.
Para finalizar…
Recuerda siempre esta frase: la culpa nunca es de la víctima.
Si este lineamiento básico te sorprende un poco, o no estás completamente de acuerdo con este, es un buen momento para reflexionar sobre tus estereotipos de género, y sobre la pertinencia de tu papel como confidente para una persona que fue víctima de una agresión sexual.
Investigación y redacción por parte del equipo de Las Cosas Por Su Nombre. Para más información visita: https://www.instagram.com/lascosasporsunombrecol/